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  • Leonel Melo

Discurso apertura 2do Congreso de Derecho Contemporáneo (CderC).

A principios de este mes de agosto, en el contexto de nuestra Sesión Anual de Planificación Estratégica, nosotros en OMG invitamos a un grupo de actores claves en la tarea de automatización de los procesos legales en la República Dominicana (procesos de todo tipo: litigiosos, societarios, contractuales, fiscales) a un panel de discusión sobre el estadio actual de evolución de sus programas de transformación. Fuimos honrados con la participación de representantes del Poder Judicial, el Registro Mercantil de Santo Domingo, ONAPI, la Jurisdicción Inmobiliaria y la Dirección General de Impuestos Internos. La motivación para esta invitación resultaba de nuestro Plan Quinquenal 2021-2026, en el que asumimos como organización el compromiso de incidir, mediante todos los medios a nuestro alcance, todas nuestras plataformas, en la automatización del Derecho, como sea que eso se entienda en el Año 2126, porque estábamos conscientes desde el inicio que las tecnologías evolucionan rápidamente. Los modelos actuales de inteligencia artificial, por ejemplo, no estaban en el radar en el 2021, y no lo estarán de esa misma forma en el 2026.

 

Fue una sesión fascinante. Por algunas horas que transcurrieron muy rápido, reflexionamos y debatimos junto a estos protagonistas cómo puede ser un futuro de nuestro sistema legal que se construya mañana mismo, y nos entusiasmamos con una sensación colectiva de posibilidad, de certeza, que nos fue arropando. Llegamos con una agenda muy modesta: contarles a estos stakeholders sobre nuestro Plan y las ideas embrionarias que hemos ido incubando, preguntarles a ellos qué están pensando y haciendo para automatizar el Derecho, cómo podíamos nosotros enriquecer nuestro Plan, cómo podíamos apoyar los suyos, y que de todo esto resultara una alianza que nos llevara a construir juntos. Nuestro Plan está modelado alrededor del concepto de Co-creación, y esta iniciativa entonces nos parecía una buena ilustración de ese concepto. Lo que resultó de ese intercambio excedió incluso nuestras expectativas más ambiciosas, y nosotros sabemos ser ambiciosos a la hora de proponernos contribuir con el desarrollo del entorno. Muchos aprendizajes derivaron de esa sesión, muchísimos, y hay cuatro de ellos en particular que quiero compartir en este momento con ustedes.

 

El primero es que la demanda por eficiencia en los procesos legales es cierta; no es sólo una creación de nuestros modelos económicos y conductuales. Todas las instancias públicas responsables de gestionar esos procesos reportan estar efectivamente requeridas por sus clientes, que somos nosotros todos y nuestros propios clientes, a establecer mecanismos que aceleren la velocidad del Derecho, y que también lo simplifiquen, sin comprometer su esencia, y por esencia, recordemos, queremos decir habilitar la función natural de los mercados de producir bienestar en una forma eficiente y justa. Esa demanda proviene de todas nuestras geografías y de todos nuestros estratos sociales, y proviene también de los inversionistas foráneos que apuestan a la República Dominicana. Si atendemos adecuadamente esa demanda estaremos haciendo una contribución directa, de alto impacto, en el desarrollo del país.

 

El segundo aprendizaje es que el Derecho es de hecho, como siempre hemos sospechado, más maleable de lo que a veces queremos reconocer. En muchos escenarios es posible “reformar”, un término muy en boga en estos momentos, sin “legislar”, algo que como país nos apasiona hacer. Estas instituciones se han esforzado por diseñar e implementar cambios en el contexto del marco legal existente, a veces tal vez con adecuaciones normativas mínimas de carácter administrativo. Eso es laudable; es una ilustración perfecta de algo por lo que hemos abogado desde siempre: la ley debe ser un habilitador de las fuerzas naturalmente eficientes del mercado, y sólo debe intervenir para reafirmar ese rol o para remover obstáculos muy obvios para que el mercado pueda canalizar efectivamente esa eficiencia. Estas instituciones han sabido leer el mercado, han consultado y escuchado a sus clientes (de nuevo, todos nosotros y nuestros propios clientes), y en un proceso dinámico, continuo, han ido implementando “reformas”.

 

Tercero, a veces, unas pocas veces, sí es necesario legislar para habilitar las reformas. Y estas instituciones han sabido tener el ojo quirúrgico para determinar cuándo y en qué extensión es necesario. Pero el punto clave aquí es que todo el pensamiento acumulado, los modelos de análisis que hemos acuñado, toda la experiencia práctica registrada, con sus aciertos, sus fallas, y la enseñanza que ellas proveen, nos posicionan adecuadamente para proponer legislación inteligente y garantizar con ello un sistema legal que se conforme de procesos ágiles, simples, y con ello honre su misión de canalizar prosperidad.

 

Les daré un ejemplo, uno del que conversamos en el panel que les he mencionado. El Instituto OMG fue invitado por el gobierno dominicano a hacer una propuesta para transformar nuestro sistema legal de sociedades comerciales y hacerlo más “moderno”, de manera que los emprendedores locales no tengan ya que acudir a jurisdicciones foráneas en busca de flexibilidad, y que al contrario los emprendedores foráneos vean a la República Dominicana como una opción preferida para incorporarse. Para atender ese requerimiento, empezamos por hacer un estudio comparado de más de veinte jurisdicciones, con un balance adecuado entre aquellas de tradición anglosajona y aquellas de ascendencia romano-germánica, las sometimos luego a nuestros modelos de análisis económicos y conductuales, después salimos a contrastar nuestros hallazgos teóricos con la experiencia de los usuarios de procesos societarios, y en este momento nos encontramos inmersos en una fase activa de socialización de la propuesta con actores claves del entorno antes de su sometimiento al Congreso Nacional por parte del Poder Ejecutivo. El aspecto que más quiero resaltar es que en todo momento, desde la fase de diseño, en consonancia con las ideas que he expuesto antes, hemos procurado que la legislación permita que los procesos societarios sean automatizables, pero también que sean tecnológicamente neutros, para que así sean perpetuables.

 

El cuarto y último aprendizaje que quiero compartir es que, para lograr nuestro propósito de transformación de los procesos legales y hacerlos más eficientes, y más eficaces, se requiere alcanzar la adopción masiva (universal, tal vez?) de las herramientas que diseñamos y ponemos en práctica. El efecto “wao” que produjo en los miembros de nuestra Familia OMG, todos experimentados en el quehacer legal, el escuchar de primera mano a nuestros distinguidos panelistas invitados hablarnos de las innovaciones que están implementando, muchas de ellas coincidiendo con lo que hemos ido incubando como ideas seudo-quiméricas en nuestro propio laboratorio, nos dice, una vez recuperados del estado de fascinación, que hay una tarea importante pendiente del lado de la adopción. Para que nuestra aspiración última de ver al Derecho tornarse realmente intrascendente, porque el mercado haya recuperado su protagonismo, se haga realidad, está claro que debemos conversar más, difundir más, pensar juntos con más frecuencia; en síntesis, co-crear.

 

Y espero puedan entonces apreciar por qué he escogido compartir estas anécdotas para introducir este II CDERC e invitarlos formalmente al mismo. Este Congreso pretende ser precisamente una plataforma para compartir conocimiento, un laboratorio para testear ideas, vinculados todos nosotros, el Instituto OMG, nuestros expositores y panelistas, y todos ustedes participantes, por el propósito común de asegurar que el Derecho, transformándolo en cuanto sea necesario, pueda servir su misión de habilitar a mercados sanos que generen prosperidad. Toda esa reflexión sobre cómo garantizar que los procesos legales sean ágiles, eficientes, y eficaces, y cómo eso hoy en día pasa por automatizarlos, recurriendo a la mejor tecnología del momento, estará flotando en el ambiente durante estos dos días, sin importar que estemos hablando de mercado de valores, planificación patrimonial, gobierno corporativo, garantías mobiliarias, arbitraje, o alianzas público-privadas. CDERC se inserta dentro de una visión ya muy arraigada del Instituto OMG de transformar a través del Derecho, orientar el pensamiento basados en los conceptos de eficiencia y eficacia que resultan del análisis económico del Derecho y las ciencias conductuales, pluralidad en la creación, responsabilidad del sector privado, atención a la demanda, y orientación al resultado.

 

Bienvenidos sean todos ustedes.

 

Disfruten CDERC.

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